jueves, 3 de abril de 2014

Importancia del inglés en los primeros años de vida.

La capacidad del cerebro humano para aprender una lengua está en pleno potencial durante sus primeros años de vida. Esto no sólo es válido en el caso de la lengua materna, sino también en lo que se refiere a la adquisición de un segundo idioma, teniendo en cuenta que el potencial cerebral para aprender idiomas se hace presente desde los primeros meses de vida.
Los últimos estudios han demostrado que el cerebro usa el mismo mecanismo de aprendizaje para diferentes idiomas cuando se realiza a temprana edad. Si esta habilidad no es utilizada, el potencial irá decayendo paulatinamente. 
Pero la explicación es tanto fisiológica como psicológica. Los niños pequeños no tienen miedo de los sonidos, tienen una gran capacidad para imitarlos y hasta se divierten haciéndolo. Cuando llegan a la pubertad, afloran los miedos al ridículo, y temen arriesgarse. Quieren que los vean como expertos, y no quieren equivocarse. En cambio, cuando son pequeños, todo es nuevo y están dispuestos a aprender y probar.
En cuanto al acento, cuánto más pequeños son, menos acento nativo conservarán. Al aprender de mayores, resulta muy fácil adquirir vocabulario, pero el acento permanece marcado. En definitiva cuesta más trabajo aprender un segundo idioma después de la adolescencia

Por su experiencia docente, además, los últimos descubrimientos de los educadores concluyen que cuánto más pequeños sean introducidos los niños a un idioma extranjero, mejor será para ellos en el futuro y es que parece ser que los resultados escolares en general de los alumnos mejoran al ser expuestos a otra cultura o manera de pensar.
Los niños aprenden mejor a comunicarse, escuchan y responden correctamente, y su autoconfianza es mayor. Tienden, además, a poseer una mayor flexibilidad intelectual, que se demuestra en las técnicas de resolución de problemas y creatividad.


Asimismo, un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell (EE.UU) han elaborado un complejo estudio ¿empleando sofisticadas técnicas como la resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones-, de cuyos resultados se desprende que el éxito en el aprendizaje de una segunda lengua no depende de cuánto tiempo la persona lo ha estado hablando sino desde cuándo lo empezó a hablar.

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